Siemens y
PwC han presentado esta mañana el informe ‘Claves
e inversiones estratégicas para una España 5.0’, un detallado análisis
sobre la situación actual de la economía española y los retos que tiene por
delante el país para abordar un cambio de modelo productivo que fortalezca el
tejido industrial, mejore la resiliencia de las infraestructuras y adapte el sector
energético al proceso de digitalización.
En la
presentación, que contó con la participación, entre otras autoridades, de la
ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto; del presidente de la
CEOE, Antonio Garamendi; y de los presidentes de Siemens y PwC, Miguel Ángel
López y Gonzalo Sánchez, respectivamente, se anunciaron planes y actuaciones
ambiciosas para conseguir elevar el peso del sector industrial al 18% del PIB y
conseguir, en un plazo de diez años, que el 74% de la energía generada en
España sea de origen renovable.
El estudio
ahonda en la oportunidad histórica que España tiene ante sí para renovar su
modelo productivo y hacerlo más resiliente y sostenible, gracias al impulso que
supondrán los 140.000 millones de euros que la Unión Europea (UE) inyectará
próximamente a través de los distintos mecanismos contemplados en el Plan de
Recuperación y Resiliencia.
En
total, nuestro país percibirá durante los próximos seis años 72.000 millones
de euros en subvenciones no reembolsables y 68.000 millones de euros en
créditos. Estos fondos, que equivalen al 11% del PIB, duplicarán los 39.900
millones de euros recibidos de los fondos de cohesión en el periodo 2014-2020.
Se trata, por tanto, del mayor plan financiado hasta ahora por los presupuestos
comunitarios −1,8 billones de euros para todo el conjunto de la UE−.
Estas
magnitudes ofrecen una idea del impacto que ha causado la COVID-19 en la
economía y del ingente reto que supondrá superarlo y salir reforzados de la
compleja situación en la que se encuentra la mayoría de los países. Ante esta
encrucijada, el informe de PwC y Siemens hace un profundo análisis del tejido
productivo español, de las necesidades como país y de los cambios y actuaciones
que deberían adoptarse para utilizar, de la forma más eficiente posible, los
recursos de los que se va a disponer.
Todo ese
plan de actuaciones e inversiones daría lugar a lo que el estudio denomina la España
5.0, un modelo de país más sostenible y centrado en las personas, basado en
una industria más digital y competitiva y apoyado en el desarrollo de
infraestructuras más inteligentes y eficientes.
Esta España
5.0 requeriría de nuevos modelos de negocio, una necesaria integración de
diferentes tecnologías digitales y una apuesta decidida por la creación de
ecosistemas colaborativos. Una simbiosis que permitiría crear nuevas soluciones
a los retos actuales y alumbrar un futuro prometedor.
Impulso a la industria
En los
últimos trimestres, la industria española ha sufrido de forma ostensible el
impacto de la pandemia. En gran parte, debido a que el 99,4% del tejido
productivo lo componen pymes y, de ellas, un 84% son microempresas. Esta
realidad ha hecho que la contribución del sector al PIB se haya alejado en los
últimos años del 20% marcado hace unos años por el Horizonte 2020. Además, este
tipo de empresas tan pequeñas son también más vulnerables a las amenazas que
implica una sociedad hiperconectada como la actual, con constantes adaptaciones
a las cambiantes necesidades.
Hay que
tener en cuenta, además, que el uso masivo de dispositivos móviles, la
computación en la nube (Cloud y Edge
Computing), la inteligencia artificial (IA), el Internet de las cosas
(IoT), la robótica, la realidad aumentada, la impresión 3D, los drones, el 5G o
el gemelo digital, por citar algunas de las nuevas tecnologías, se han
convertido en realidades cada vez más habituales que han transformado
radicalmente toda la cadena de valor del proceso productivo.
A este
contexto hay que añadir que la economía española no recuperará los niveles
previos a la crisis hasta, como mínimo, mediados de 2023, según varias
estimaciones. Por ello, reindustrializar el país, a juicio de los expertos que
han elaborado el informe, contribuiría a aumentar el peso y relevancia de un
sector económico que es menos volátil y dependiente del turismo, y también
garantizaría el suministro local de bienes y servicios imprescindibles en
situaciones críticas, como la reciente pandemia, al contar con un tejido
industrial más flexible y capaz de producirlos.
Una de las
principales actuaciones que el informe recomienda es establecer cuanto antes
una estrategia clara entre las administraciones públicas y las empresas
privadas para mantener el liderazgo de los sectores industriales en los que
España es líder. Por todo ello, el estudio invita a crear un marco normativo
estable que fomente la eficiencia energética en las industrias
electro-intensivas; a establecer incentivos claros a la adquisición de nueva
tecnología; a ayudar a las pymes a crecer y digitalizarse −siempre con los
mayores estándares de ciberseguridad−, y a impulsar la colaboración
público-privada para fomentar la capacitación digital de los profesionales y
conseguir atraer talento digital. Este punto es clave, ya que el
upskilling profesional masivo de la
fuerza laboral podría inducir un aumento de la riqueza equivalente al 6,7% del
PIB en 2030 y generar, adicionalmente, 220.000 nuevos empleos. En este
sentido, el presidente de Siemens España, Miguel Ángel López, señaló durante
la presentación que, lejos de lo que se pueda pensar, “la digitalización no
sustituye a las personas, sino que cambia su rol y las libera de realizar
tareas mecánicas". Por su parte,
Gonzalo Sánchez, presidente de PwC España, resaltó la importancia de
“apostar de forma decidida por la digitalización, especialmente en las
pymes, que constituyen el grueso de nuestra realidad económica y que pueden
aprovechar esta oportunidad para ganar masa crítica y afrontar los retos de
nuestra economía”.
Y es que
la industria española adolece, en estos momentos, de un bajo consumo de bienes
de equipo y maquinaria, sufre por un elevado coste energético, padece bajas
tasas de inversión en I+D+i, y carece del necesario alineamiento con el sector
educativo. Es necesario, por ello, que se acentúe la participación en
industrias de más valor y claro potencial, como la producción de hidrógeno de
origen renovable o el desarrollo de servicios Cloud, por poner un par de ejemplos, y minimizar así la excesiva
dependencia de proveedores externos, como ocurre hasta ahora.
La
ejecución de estos planes aceleraría la transformación tecnológica y digital de
la industria española y permitiría un crecimiento económico más sostenible,
basado en la productividad del trabajo, la eficiencia y el conocimiento. La
industria manufacturera mejoraría notablemente su competitividad internacional,
gracias al despliegue del IoT, la robótica, el Smart Data o 5G, convirtiéndose en una industria más inteligente,
puntera, innovadora, sostenible y con una menor huella ambiental.
Esta nueva
‘industria 5.0’ mantendría de la anterior 4.0 la hiper conectividad, que
permite llevar el dato de los sensores hasta el algoritmo de computación en la
nube o en la capa Edge, donde las
herramientas de predicción anticipan y permiten la toma de decisiones.
Además,
esta comunicación inmediata entre las máquinas y la nube se haría más sencilla,
gracias al desarrollo del 5G industrial, el nuevo estándar de comunicación cien
veces más rápido. El impacto del 5G en los sectores industriales clave podría
llegar a alcanzar el 0,3% del PIB en 2025 y el 1% en 2030. En definitiva, la
consolidación de una industria más digital permitiría a España ser más
competitiva, flexible y adaptable a los cambios, además de mejorar la seguridad
y estabilidad de sus trabajadores.
Estas
medidas podrían tener un impacto del 0,11% del PIB español en 2025, y del 0,36%
en 2030 (alrededor de 1.300 y 4.500 millones de euros, respectivamente),
aumentando la participación de la industria del 16% al 18% del PIB a finales de
la próxima década.
Infraestructuras inteligentes más eficientes
En cuanto
al impacto que este plan de actuaciones tendría en el ámbito de las
infraestructuras (desde los edificios inteligentes, a las nuevas soluciones de
movilidad, electrificación o autoconsumo), el estudio señala que se impone en
estos momentos la necesidad de avanzar hacia la monitorización y gestión remota
de elementos como la climatización, la iluminación, el aforo o la seguridad,
especialmente en infraestructuras críticas como hospitales, aeropuertos o
centros de datos.
Hay que
tener en cuenta que, por ejemplo, los edificios son responsables de cerca del
36% del consumo energético mundial y del 39% de las emisiones de gases de
efecto invernadero. Por ello, el autoconsumo y la eficiencia energética se
configuran como elementos fundamentales para la descarbonización de la
economía.
A
comienzos de la década de los 2000, el parque de infraestructuras era muy
moderno pero, en los últimos años, debido al menor esfuerzo en nueva dotación y
renovación de infraestructuras, la situación ha cambiado. Como consecuencia, la
gestión activa e inteligente de estas infraestructuras en términos de control y
monitorización o eficiencia energética es muy limitada. Con la adecuada
inversión se optimizaría el consumo de recursos y mejoraría la gestión de las
redes a través, por ejemplo, de las Smart
Grids.
Los
edificios de la España 5.0 serían prosumidores de energía, mucho más
activos y con potestad para generar electricidad, usarla, venderla, almacenarla
o distribuirla a las redes inteligentes, formando así un ecosistema integrado.
Según el
estudio de PwC y Siemens, hay que tener muy presente, en cada decisión
estratégica que se adopte, que el mundo va a necesitar en el futuro generar 2,5
veces más electricidad de la que consume hoy para calentar edificios, mover
vehículos o alimentar procesos industriales. Por ello, es imprescindible
apostar de forma contundente por las fuentes renovables, que son las únicas que
garantizarían la sostenibilidad, junto con una adecuada estrategia de
almacenamiento conectado a la red para aumentar su fiabilidad.
En este sentido, juega un papel determinante el
reto de afrontar de forma ambiciosa el desarrollo e implementación de la
movilidad eléctrica. Y es que la disrupción del e-car y el desarrollo de los nuevos esquemas ‘as a service’ están revolucionando la industria de la automoción.
Según los expertos de PwC, en el ámbito del transporte hay tres importantes
carencias: una insuficiente infraestructura de recarga, serios problemas
administrativos para desarrollar esa red de forma coherente y una baja
percepción del riesgo cibernético.
Por ello,
el informe ‘Claves e inversiones
estratégicas para una España 5.0’ propone que se aprovechen los espacios
públicos (parkings, centros comerciales) para extender la red y fomentar una
nueva cultura de movilidad más compartida, apoyada en cargas nocturnas y con un
mayor intercambio de energía. A su juicio, aunque el vehículo eléctrico se
presente como la principal solución para la descarbonización a corto plazo,
también podría hibridarse en el largo con el hidrógeno (H2), cuando su
producción verde a gran escala sea viable y los costes de fabricación de los
vehículos de H2 sean menores.
En este
sentido, el informe destaca el potencial del H2 que, pese a no ser una fuente
primaria de energía, como lo pueden ser el sol o el viento, sí es un vector
energético clave al ser capaz de almacenar energía para que pueda ser liberada
de forma gradual cuando sea necesario, por lo que juega un papel clave en el
desarrollo del almacenamiento a gran escala de excedentes renovables.
España
debe avanzar también en reducir la congestión urbana; fomentar una mayor
utilización de formas limpias de transporte −como el ferrocarril o la
movilidad eléctrica compartida−o potenciar la intermodalidad, tanto en el
transporte de mercancías como de viajeros. Y es que el transporte por
carretera representa un tercio del consumo de la energía final en España,
debido especialmente a la antigüedad del parque móvil y el uso extendido del
vehículo privado.
Nuevo paradigma
Todos
estos cambios suponen una profunda transformación de la realidad actual, ya que
la batería supone un 40% del total del valor añadido del vehículo eléctrico. La
situación de partida es manifiestamente mejorable, ya que los vehículos
eléctricos representan en la actualidad tan solo el 0,2% del parque
automovilístico total. Pero la consolidación de los nuevos hábitos facilitará
que en 2030 circulen en España unos cinco millones de vehículos eléctricos (el
20% del parque total).
En este
sentido, el propio Gobierno ha anunciado recientemente cambios drásticos y
ambiciosos planes para alcanzar los 50.000 puntos de recarga en 2023. Ese es el
camino. Países como China llevan mucha ventaja y ya se han comprometido, por
ejemplo, a que en 2035 el 50% de las matriculaciones sean de vehículos
eléctricos.
Según el
estudio, España debe profundizar en estas mega tendencias que dibujan una
sociedad más limpia, más sostenible y más digital. Es el momento de actuar, de
apostar por una España más moderna y resiliente.